Ben-.

Apegos-.

Excavando en la superficie

hojas de acero, simultáneas

ocupaciones de un miembro

o un címbalo dorado; donde

ocultas las preocupaciones verosímiles,

tarde, tardíamente, descendiendo

vertiginosamente, hasta la saciedad

denostadas. Yo miro, veo,

la opacidad invencible de los objetos,

su tumultuosa vida íntima,

la presencia desarbolada de los ritmos

estratégicos, los perfumes abaratados,

ese ínfimo lugar donde todo se sucede

y un mendigo con la mano abierta es

el mundo; es el mundo pues gira deletreando

su nombre con él, inventariando

lógicamente la penumbra, los solsticios,

la escarcha helada de los líquenes o de los

helechos furiosos.

Y la congénita debilidad, la vulnerable

imbecilidad de apegarse toscamente

a un cuerpo o a un tronco adormecido,

donde sobreviven musgos, trozos de filamentos,

cabellos dorados, abrigos desiertos

en que patinan las primeras nieves

de otoño. De otoño se visten aves,

sombras, muérdagos insistentes,

martilleando corazones, en la zona

leve de lo roto, yacija o terracota

insomne. ©