No esconderías las llaves.
Si supieras sobre tus encantos en demasía, la suprema presencia de tu esencia y elegancia, la abundancia de tus suaves gestos y el resto de tus movimientos.
No esconderías las llaves.
Si supieras que en tus besos se recorren salvajes travesías y que las palabras se vuelven vacías y necias en esos instantes y la importancia que aguardan tus versos audaces y cómplices.
No esconderías las llaves.
Si supieras la eficacia de tus parpadeos y en aquello que haces al andar con un balanceo ficticio, si supieras que eres inicio y sentencia, la urgencia de este vicio...
No esconderías las llaves,
Conocerías el sabor a paz,
Volarías por aquí y allá.
¡Si supieras! Lo que hoy no sabes...
Es que nadie pretende escapar.