Matias 01

Cuantas veces

Cuantas veces me he quedado sentado,

mirando el horizonte,

con un dolor que se siente tan largo

y tan profundo

que me sobrevuelan los cuervos;

Cuantas veces me he quedado mirando,

aletargado, que las cosas se han hecho ave para alejarse

de mis manos, en el mediodía

pintado de blanco…

 

Es el río de vida que es la muerte,

que se detiene para seguir arrastrando

a los que cierran los ojos para soñar

lo que sueñan los vivos;

Es la muerte que se siente inmortal

porque aquí se muere siempre,

se muere a diario y se renace en la voz que gime

un recuerdo.

Es la gracia que se va, lentamente,

muy despacio –como un dios cruel lleno de timidez- 

dejando todo en un desierto.

 

¡Soledad! Estepa donde se desmoronan los caminos

migratorios y se levantan paraísos trágicos,

donde triunfa el astro ciego con su flor oscura.

Voy a recoger mi llanto -¡Soledad!- 

Voy a traspasar mis huesos a ese viejo árbol

que lleva un nido en su corazón

y no sabe morirse.

Voy abrir mi ventana en las noches para hacer volar

al crepúsculo con el aire y contener

la sed de muerte que crece cuando la luz reposa

en los ojos que se cierran.

Voy abrir mis venas -¡corazón!- como se abren

las rosas heridas de mi amor.