Fernando Endara

AL MIRARTE

Rumor de luces que se van encendiendo,

se prenden en el relámpago como entendiendo el estruendo,

al mirar los castaños cascabeles de tu tez,

tocaré el sol para dejar la cueva como un nido.

No me perderé en el oasis donde soy vacío para amar,

contaré  historias sobre hadas y pinares de álamos,

mi corazón  palpita como si fuera la agonía de una lámpara,

busco tu epidermis para ensanchar los meridianos del hastío.

Pero mi  tacto seguro advierte un cosquilleo errante, 

por ello le pongo la cara a las cornisas de tus pestañas,

y veo tu rostro en las paredes, en las calles y en el silencio.

Ahora entiendo el instante que sigue el acantilado de tu cuerpo,

donde  tarda solo un instante en regresar la lucida neblina,

se arregla mi pasión y se llena de escarcha en un trozo de aceitunas.