Elizabeth Maldonado Manzanero

ConmemoraciĆ³n

La voz del pueblo clama la inefable memoria

esperando a matar al que muestra los dientes

y enmarca en su rostro la provocación,

mientras da pie al abuso insolente

y entonces somos soldados,

a fin de abolir el servilismo,

hemos sido obligados, a defender incluso a palos

la dignidad, el derecho de nuestra existencia,

a teñir de rojo los campos y de verde la mirada.

 

Avanzamos con armas, germinando democracia,

imponiendo ciudadanos sobre yugo de esclavos,

si es cierto, es cierto que a veces, muchas veces,

se tambaleo el heroísmo, más no hay vuelta atrás,

solo avanzada…

Nos sacuden el viento y estruendoso sonido

de una voz, una sola alma gritando: ¡Viva nuestra patria!

 

Este universo de discernimientos, no pudo si no gestar y dar cabida,

al fiero combate por la independencia

no se logró poner solo un traspiel a tan atroz herida,

ni acallar por temor el exabrupto de tres siglos de indignidad

que nos marcó la piel y las ansias, rugió feroz e indescriptible

como el antiguo jaguar; el quebranto, para dar pie a la ira

¡Signo de ebullición de la ansiada gloria!

 

La bacteria nos arrojó a la perdición, no nos vencieron las armas,

nos venció la mortal humanidad y el exceso de confianza,

más hoy es brutal el triunfo de nuestra ancestral casta.

De la oscuridad de la noche se ve brillar en el aura: La amada patria

Somos hijos del sol, el bronceado nos sigue coloreando la piel

y haciendo hervir las entrañas.