La voz del pueblo clama la inefable memoria
esperando a matar al que muestra los dientes
y enmarca en su rostro la provocación,
mientras da pie al abuso insolente
y entonces somos soldados,
a fin de abolir el servilismo,
hemos sido obligados, a defender incluso a palos
la dignidad, el derecho de nuestra existencia,
a teñir de rojo los campos y de verde la mirada.
Avanzamos con armas, germinando democracia,
imponiendo ciudadanos sobre yugo de esclavos,
si es cierto, es cierto que a veces, muchas veces,
se tambaleo el heroísmo, más no hay vuelta atrás,
solo avanzada…
Nos sacuden el viento y estruendoso sonido
de una voz, una sola alma gritando: ¡Viva nuestra patria!
Este universo de discernimientos, no pudo si no gestar y dar cabida,
al fiero combate por la independencia
no se logró poner solo un traspiel a tan atroz herida,
ni acallar por temor el exabrupto de tres siglos de indignidad
que nos marcó la piel y las ansias, rugió feroz e indescriptible
como el antiguo jaguar; el quebranto, para dar pie a la ira
¡Signo de ebullición de la ansiada gloria!
La bacteria nos arrojó a la perdición, no nos vencieron las armas,
nos venció la mortal humanidad y el exceso de confianza,
más hoy es brutal el triunfo de nuestra ancestral casta.
De la oscuridad de la noche se ve brillar en el aura: La amada patria
Somos hijos del sol, el bronceado nos sigue coloreando la piel
y haciendo hervir las entrañas.