Una tarde de verano,
mi libido se encontraba
herrando por mi mente
abierta al solaz encuentro
de una hermosa figura
que ayer confluyó, muy madura,
por la ronda de mi exaltada
existencia terrenal.
Ella, que así se llamaba,
me lo puso tan difícil
que yo apenas me esforcé,
pues mi pasividad, Ella,
aprovechó para disfrute,
relajo, desenfreno y se acabó.
En esta tarde de verano,
pienso llevar las riendas
no sea que a sabiendas
me quede sin responder, y
aprovecharé para disfrute,
con Ella,
relajo, desenfreno y…
mañana, ¡otra tarde de verano!