Sentado en el andén de mi memoria
mastico lentamente mi pasado;
y pierdo en horizonte, ya nublado,
la dicha del amor que fue mi gloria.
¿Acaso su promesa fue ilusoria,
y aquello que juró ya se ha borrado,
y en medio de la bruma se ha quedado
lo mismo que la falsa vanagloria?
Entonces yo contemplo dos palomos
que suelen del amor hacer sus trinos,
haciendo de las nubes regios domos
que abrigan sus arrullos cristalinos;
y digo: ¿Porque somos como somos,
con ese negro don de ser mezquinos?
Autor: Aníbal Rodríguez.