Jamás en la vida comparto mi conciencia con ningún extraño.
A veces escucho una voz, atrevida, que nace de mis entrañas.
Así me llamen amargado, ermitaño… o grosero.
Mucho menos, gobernar en compañía de otro...
No es lo mío.
Hablar con un ignoto polizonte, un plebeyo prendido a mi alma.
Que prefiere la descabellada poesía antigua, la de los caballeros.
¡Está muy loco…!
Esos no son mis gustos, Prefiero mejor la poesía erótica.
Felizmente recorro, lozanos versos, sin la agreste riña, caótica.
Y ni hablar de mis celosos recuerdos…
aquel individuo, remueve mis historias.
Sin permiso, vuelve a la vida, mis viejas memorias,
Oteándolos vehementemente, me entristece,
Enfrentándome con mis sentimientos.
Que indefensos se doblegan, pidiendo mi auxilio.
Prefiero no hablar… con ese otro.
Ese descarado, que dice ser Yo.