La ansiedad me persigue,
me acompaña, me bendice,
me regaña, me maldice,
me provoca la esperanza
que si digo bien las cosas
de pronto todo se aclara.
La ansiedad que me libera,
me postra, me deja ciega.
Querellas interminables
que encuentran algún camino
de nostalgias sin cariño
que no saben lo que pasa
cuando lo que buscás
no está ni lo verás nunca más
aunque te guste su danza.