Te espero, embridando mis ansias
en ese letargo que solo sabe a ti;
cobijada con tu suave fragancia
y desnuda ante tu profundidad.
Me sorprende la madrugada,
desojando tus labios de miel,
bregando la paz con tu gemir…
es tu boca fragua de roja llama.
Ocluidos los espacios, se funde
la piel en una hoguera de pasión;
muero y redivivo como fénix:
rebosante y fuerte, llena de ti.