Mi corazón ya es un motor débil, que se muere,
anda turbado, acabando su viaje,
mientras sueña y goza, vibra y ama, siente,
y a veces canta y ríe...
Pero pronto será su noche,
y quiero abrillantar mi alma bendita de creyente,
para escapar de esta calle,
de todos mis nervios, de toda mi sangre...
¡Oh Dios! Que sabes que vivo en la incertidumbre,
del temor que tengo a no poder hallarte,
por lo que estoy abriendo un camino penitente,
para cuando me llames poder verte...
Porque aquí no hay nada que te contraste,
todo se pasa, todo se pudre,
en cambio contigo, todo será feliz y dulce,
lejos del infierno horrible...