¡Oh, ángel querido!
tus alas me han salvado
¡tantas horrendas venturas!
tu halo ha capturado
luciferes de calumas.
Inmerecida presencia
mantilla que ni montañas,
protección a remolinos
de decisiones y destino
das, sin alardear hazaña.
¡Tus alas plateadas,
cristalinas o doradas,
elevándose en la oración
de creencia y devoción!
Plegarias angélicas
colocando elocuencia
cada frase rosada,
cada palabra implorada,
fortalece mis defensas.
¡Gracias ángel divino!
gracias por haberme elegido
tu aureola cálida, suave,
derrama amor a caudales.
Arrodillarme aquí quisiera
donde el cielo funde el suelo
me regalas paz inmensa
¡desde nubes, tu arabesco!
Copyright©2010 Rocío Vega-Ponce