Todas las noches me entrego en silencio a un torbellino infinito de luz, corriendo descalzo el interior en espiral, cada límite de cada sistema estelar, anhelando en un mañana, conquistar su indomable e inalcanzable corazón...
Que me abrace, que me atrape y vuelva a nacer en su sentimiento, completo en totalidad y eternitud, en el instante en el que fragmentos de sueños, amor y alma, se hagan unidad en existencia profunda de bondad, verdad y belleza, en infinita sintonía con un universo que me haga libre.
Esta noche volveré a lanzarme a la carrera evolutiva en conquista de la gran aventura, expandiendo mi conciencia para trascender en pensamiento y lo que ha estado esperado hasta mañana, que empiece esta noche.
Aitor Duarte Fernández