Aún recuerdo con bastante claridad, escribir en un papel desgastado unas palabras, hincar mis rodillas en la tierra y abrir un hoyo con mis pequeñas manos, poner el papel, colocar encima un cristal verde botella y taparlo con la tierra. Como mi tesoro... allí quedaban guardadas mis palabras a la espera de volver a primeros de septiembre a desenterrar el papel escrito con mi secreto y corretear de nuevo por el patio del colegio.
Quizá fuera mi primera aproximación a la palabra escrita siendo niña.
08/09/2021