Llego tarde a casa, después de haber recorrido
calles y calles, casas y más casas,
gentes, familias... para tratar de venderles
mis productos... los que la empresa me entrega
para hacer demostraciones...
que quedan sólo en ellas,
porque muchísima gente humilde,
no puede proveerse de elementos
que necesitan... porque no pueden pagar después...
y a los que más tienen, ni siquiera les ofrezco,
porque tienen todo...muchísimo más
de lo que pueda ofrecerles...
me queda solamente visitar los humildes hogares...
que no pueden comprar...
Llego a casa, cansado, desanimado,
con ganas de tirarme a la cama y dormir...
Antes de llegar a casa, entré a un bar...
un bar lo llamo yo...
un horrible negocio sucio y maloliente...
pero tenían bebidas, que eso era lo más
importante para mí...
las bebidas...la más barata,
la más repulsiva para mis intestinos...
un asqueroso vino tinto barato,
porque de mejor calidad no he podido tomar...
En otras épocas resplandecientes,
podía darme ese lujo, hoy ya no...
tomé hasta la última gota de esa
botella... de un asqueante contenido...
Llegando a casa tenía un tremendo dolor de cabeza,
llegué con broncas acumuladas,
con decepciones, con desilusiones,
con ganas de patear todo
lo que estuviese a mi alcance...
renegando de mi mala suerte,
de mi presente...de vida,
si a esto le puedo llamar vida...
mejor es estar muerto,
para dejar de sufrir
esta angustiosa existencia...
la de un ser más, que quiere llegar,
y queda estancado en la pobreza...
Salgo de la pocilga maloliente,
llego, entro... y encuentro a mi esposa con otro...
en la cama...fornicando...
Esa noche ella no me esperaba tan temprano,
porque yo le había comentado que iría
de farra con unos amigos a festejar
las grandes ventas producidas...
le mentí, admito que no fui sincero...
tenía que haberle dicho que las ventas
era una misma mierda para todos...
No sé por qué le mentí...
fue una piadosa mentira...
Encontré a mi mujer con otro tipo...
de golpe creí enloquecer,
no sé si por la curda que traía
o por lo que estaba viendo...
mi mujer engañándome...
tal vez, ¡cuántas veces lo habrá hecho!...
El susodicho amante, trató de escaparse,
casi desnudo, porque no hizo tiempo
de tomar sus prendas y colocárselas,
o escapar con ellas.
No se lo permití.
Tambaleante y corriendo,
fui hasta la cocina,
tomé un tenedor,
y se lo clavé varias veces en la espalda
y en el estómago,
siete, diez, doce veces lo hice...
no sé cuántas...
lo que sí evidencié es que quedó
tendido en el piso, sobre un gran
charco de sangre...
\"Y no te mato a vos, mala mujer,
porque no quiero cometer un doble asesinato\",
le dije a mi esposa que lloraba y gritaba,
preguntándome:\" ¿Por qué lo hiciste, por qué?\"
\"Porque tú eres la culpable de mi crimen,
por infiel\"... le contesté.
Y con mis ropas ensangrentadas,
salí corriendo hacia la calle,
presentándome ante la policía
declarándome culpable de mi asesinato...
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 27/08/2013)