Kapirutxo

Cuento de hadas

Erase una vez

una princesita;

Su abuela decía

que era muy bonita,

su padre no opina,

su madre murió;

fue tenerla, verla,

y de ahí la palmó.

Iba por el bosque

contenta y lozana

y sin darse cuenta

le pisó a una rana.

 

-¡Fea, desgraciada,

mala bestia, bruta!

 

-¡Una rana que habla

y además insulta!

Pues la tienes clara:

¡Te meto una multa!

Como no la pagues

te van a matar

y usaran tus ancas

para cocinar.

 

-Quizás lo que digo

es una insolencia

pero lo que oigo

me suena a sentencia.

Perdón señorita

si le he molestado

pero una patita

usted me ha pisado.

 

-Perdón por pisarle

la pata derecha,

que por lo que veo

no quedó maltrecha.

 

-La derecha, no, no.

Esa pata no pisó.

 

-¿Es la izquierda?, veo yo

que muy mal no se quedó.

 

-No es la izquierda, nó, nó, nó.

Tampoco me la pisó.

 

La princesa sonreía

viendo salir de la tierra

la pata que le decía

y comprobar que esa era

la que más sobresalía.

 

-No soy rana ni soy malo,

Soy un príncipe encantado.

 

-Encantada, yo princesa

y resido en Oropesa.

Mi padre  rey de Toscana,

mi madre viene de Alsacia

usted al ser una rana

puede venir de Croacia.

 

La rana bien se enfadó.

no le hizo ni una gracia

 

-¡No se ría por favor

y no mente mi desgracia!

Yo soy príncipe. de oficio

y una bruja con escoba

me endiñó este maleficio

solo por decirle boba.

 

-Tengo contacto con brujas,

tambien lo tengo con hadas.

Encontraré en mi burbuja

quien es esa exagerada.

 

-Si encuentras a esa fulana

puede que te diga esto:

“Pues sí, lo convertí en rana,

para mejorar su aspecto.”

 

Y digo, con desazón

que no falta a la razón.

 

Eso si, dejó una luz

para acabar mi tormento:

Si una dama como tú

me lleva a sus aposentos

me deposita en su cama

y me da un beso muy lento

volveré, para esa dama,

como un hombre y muy contento.

 

-Si así a de ser, que se haga,

pero exijo condiciones:

Quiero que renazca un hombre

con las mismas proporciones

y si no se van sus males

acabaran en la olla

tus dos patas laterales

guisadas junto a la.... cebolla.

 

-Como no tengo salida

me embarcaré en este barco

y me jugaré la vida

por no huir de charco en charco.

 

La princesa la cogió

y se la llevó a palacio

En su alcoba la besó

con paciencia, muy despacio.

El príncipe se convirtió

y dejó de ser batracio.

 

Este es el cuento mis damas

y caballeros. Os digo

que es el cuentito de hadas

que contaron al marido

cuando los sorprendió en la cama

desnudos y muy unidos

comiéndose las dos ancas

y el resto... que ya no sigo.