En silencio la fugaz llovizna modula
y lame los contornos de las paredes
hay una armonía oculta que no vislumbro.
Recrudece la lluvia, oigo el crujir del techo,
el bramar de truenos incorpóreos
rompe el sonar de la llovizna
que alegra las riberas secas,
a los árboles encorvados prisioneros
y al valle que a lo lejos ardía.
Las Centellas iluminan mis pupilas
vi una espléndida figura
ese instante llenó mi espacio conturbado
que pidió piedad al cielo.
Me puse alerta, fermentaba mi pasión
los colores azulados y blancos
hacían estimular mi imaginación,
traía a mi mente ráfagas de ideas
que revolvían mi cerebro,
sin lápiz escribía en el aire.
Estaba aliada con la tormenta
a pesar que ella traspasaba su límite,
frívola desteñía el azul del cielo,
expulsaba melodías sin acordes,
subyugaba los tallos ya sin flores,
los aromas ya convertía en vapores,
las faldas del cerro pintorescas
las puso terrosas por su furia mano.
Estaba extasiada con las ideas
eran imperfectas, se habían dilatado,
se fundían con la fuerza de los truenos
un privilegio que ostentaba mi cabeza,
no existía la realidad, me desaparecí.
Aparecieron versos en tropel
eran cristales aprisionados,
contrastaban con los rayos
libres, desnudos y espontáneos,
que sacudían formas perfectas,
no merecían ninguna mutación,
contemplando la frenéticas formas
mis palabras trataban de ordenarse
y les pedía que se fundieran
con esa libre perfección.
¡VISION¡
Lale Neda
D.A.