Cuando digo que te regalo la Luna, es por mis ganas más bonitas de verte volver a nacer todos los días, por acompañar tus insomnios y contemplar el lucimiento de tu alma en noches cósmicas infinitas, por ser el complemento al arte de la noche estrellada que quiero en mis sábanas todas las noches y por presenciar la más divina inundación de amanecer que haya vivido nunca.
Aitor Duarte Fernández