Mi corazón seducido
siente junto a la montaña,
el reinado del amor
y la venda de su guadaña.
La vereda de mi piel
esconde huellas de apego
y el sexo con pasión
del pecado sabroso del alma.
La gran delicia del cuerpo
su húmedo agujero delata
para llegar soñando de día
a la alta cumbre estrellada.
¡Qué haremos desnudos sobre la montaña
espantando piedras y ramas.
Fugitivos del cielo
y llena de lujuria la calma!
¡Qué haremos si tus ojos muertos
a las nubes claras
solo ven el rubor de mis mejillas
en el calor de nuestras miradas!
¿Por qué te conocí sin saberlo
en aquella fresca mañana?
Hoy mi pecho vibra
como una corneta soplada.