La reminiscencia de tus ojos,
el aleteo de tus pestañas,
el nerviosismo de tus labios
antes del beso,
el roce de la carne
tus manos arañando.
Los corazones enfrentados
en la vida y en el deseo.
Un corazón tan grande como el tuyo que no cabe en el cielo
y yo me empeño
en que vivas en el firmamento.
Esa costumbre mía de vivir aunque sea de modo incierto
la vida acecha y vuelo