Silencio endurecido por esa partida
silencio que va llorando al levantar alas
silencio sumergido en un vacío que avanza
silencio de alma errante, va adoquinada
Han dejado sus esencias fermentadas
y sus recuerdos son látigos palpables,
supura la madre tierra por las heridas
se abrieron por esa tristeza implacable.
Viajan hijos sin sus crónicas de vida
las mataron los aborrecidos miserables de mi tierra
hicieron que habitara la desesperanza
se perdieran sus semillas y sus venas.
Allá van, extendiéndose sobre los mares
y no hay quien se conmueva del sufrimiento,
ni del cantar a su patria, ni de sus amores
donde fluye mustio sólo una luz de muerto.
Entran a otras tierras buscando dignidad
hijos que en su tierra han vejado
sus corazones van llorando con profundidad
al recibir injurias y granos ensangrentados
Se acuestan mirando al techo
imploran a Dios con esperanza
que en el destino escogido
meritorias estrellas lleguen como lanzas
Sus huesos respiran el viento
de otras cordilleras bellas
les golpea la añoranza en el pecho
y van pisando sus lágrimas eternas
Hijos de mi tierra expulsados
por la intolerancia la bañaron
quitaron los colores de sus caminos
y la chispa de su juventud cercenaron.
Dejaron aquí su vida, sus aspiraciones,
amor, triunfos y costumbres
la luz que acaricia de abuelas y madres
los picos, los médanos y el Salto Ángel
Se consumirán junto al crepúsculo
sus retratos, sus libros, sus sombras
pero su cama vacía estará esperándolos
en esta su tierra sublime y hermosa
¡REGRESARAN ¡
Lale Neda