Envuelto por su manto echo un mar de resplandores, nadaba con devoción entre las estrellas como un dulce sueño de invierno; saliendo de esa envolvente ventisca buscaba recrear los sueños donde tu cuerpo hiciera vibrar mi mundo con esa flamante sonrisa,
derritiendo las frágiles arterias de mis manos al tocarte,
como el sol quemando la arena con cada beso apagaba tu incendio,
deseosos sentimientos de convertirnos en vapor y ansiando estar en la atmosfera para que con su presión haga de dos cuerpos gozosos un amar de sentir sus pieles rozándose como las nubes.