La madrugada me sorprende
pensando en tu mirada,
en tu alegre sonrisa
y tu suave caricia.
Echo de menos tus consejos,
tus palabras de aliento,
me hace falta el olor de tu comida
y escuchar tus anécdotas.
No hay nada que ocupe más espacio que tu ausencia
y el dolor no aminora...
me estoy acostumbrando a vivir con él.
Anna Gutiérrez