Quizás no tengamos nada a que volver. Ni en tiempo ni en espacio será posible regresar a reparar errores. Por lo tanto, no hay nada a que volver.
Incluso cuando has crecido como persona, incluso cuando has aprendido las lecciones, incluso cuando has sanado heridas, no hay nada a que volver.
Más que volver, es recordar el tiempo compartido. Difícilmente alguna persona que ha compartido varios años querrá verte mal o hacerte daño, eso es madurez.
Difícilmente una persona que ha pasado por nuestra vida revelará secretos, porque esto es como un ataque directo para simismo. Dependerá de los valores y la madurez, dependerá de si esa persona es consciente de que el pasado es el recuerdo, de que el recuerdo es felicidad.
La vida es tan corta y a veces tan dura que solo nos queda estar agradecidos con la vida por las personas que llegan, por las personas que se van, por cada momento que hemos sido auténticamente felices.
No, no hay nada a que volver, pero no destruiremos el pasado con inmadurez, no haremos daño a lo que tanto costó construír, porque la construcción se hizo para ese momento y en ese momento fuimos autenticamente felices.
No, no hay nada a que volver y el presente no se sentirá como el pasado.
No diremos que nos arrepentimos, puesto que sería mentirnos a quienes fuimos.
No, no volveremos nunca pero tampoco olvidaremos el valor de los recuerdos, de lo que nos formamos de experiencias.
De todos los kilómetros recorridos tomados de la mano...
No ,no hay nada a que volver. Que te pertenezcan mis recuerdos compartidos y que eso te haga muy feliz al recordar .
No hay nada a que volver, pero protegeré tu memoria y te honraré. Te daré paz para que puedas continuar tu camino de plenitud por la vida.
Así que no es un adiós sino un hasta siempre, hasta siempre que te lleve en mis recuerdos para recodar en los momentos tristes lo feliz que fuí contigo.
Mi amor que transmuta a lo que sabes que es hoy en día. Que este amor que es un amor distinto sea para ti un refugio y un lugar seguro para recordar.