Yo miraba tu cuerpo –extendida y desnuda-
continental, frondosa,
auroral al mediodía;
Miraba tu espalda -tus pies desnudos
encendidos-
iluminando mi silencio;
Las sombras humilladas –como nunca-
avanzaban de puntillas
por el costado más disperso
del crepúsculo lleno de tus luces…!!
¡Tú, viva y reluciente!
¡brillando en todo mi silencio desplegado
y suplicante!
¡Yo, enfebrecido y mudo!
Con mis ojos agrandados
-como fosas de muerto-
en la medida exacta de tus senos
y tu descarriada cabellera;
Estás aquí ahora -humeando sin piedad-
en toda la humedad de mis ojos,
con todas tus hojas desnudas,
desprendidas por el deseo.
Estas aquí siempre -con el peso de tus labios-
encendiendo una vida
que la muerte deja caer en el olvido.
Estas aquí ahora -como el aire-
Y amor es la angurria en que me pierdo
-Hasta el final del día-
y que bebo desesperado
con inacabable sed
de animal salvajemente derribado.
Amor es el veneno que trago con codicia,
mientras hebran sus martirios en mi sangre
-a media luz y a media sombra-
los desesperados suspiros
de mi soledad.