Hay robles impecables
triturados fondos lechosos
de hondas repercusiones
formando su línea inaplazable.
Entre esa marea de ingente naturaleza,
un espacio dedicado a los sepultureros,
un dinamitado espacio cóncavo donde,
escolopendras y nichos albergan la vida
que la tierra se ha tragado.
El cementerio sin duda es un hábitat
un hábitat despertando a la gente
que mancilla su innumerable calendario
despojando a la tierra de su verdor amarillo.
Hay estribaciones donde golpea la lluvia,
sus construcciones quedan derribadas por instantes,
y en sus largos laberintos, una ciudadela nocturna,
aparece y desaparece misteriosamente.
Sus largos cabellos me recuerdan a mi infancia,
llena de repletos días lluviosos y efímeros derrumbes
de tierra.
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