El manifiesto abrigo de la desdicha,
el pesimismo recalcitrante y excesivo,
el perfeccionismo que lleva a intolerancia,
si en vez de ser autocrítico, es repartido .
Todo eso ayuda y motiva en la adolescencia,
en algunos a una enfermiza y excesiva autocrítica,
que les impide hasta percibir y disfrutar de la existencia,
la demonización del fracaso y la caída también ayuda.
La popularidad, la hilarancia de la permisividad,
que lleva a los dotados a ser intocables,
el tergiversar la idiosincrasia y la honestidad,
lleva a veces a ser objetivos y acosables.
El salirse de las medias y de los percentiles sociales,
a veces en vez de ser admirable,
en la infancia y la adolescencia es denostable,
esto no es algo nuevo, el gran Federico, ya en su infancia lo sufría.