No moriré en agosto de nuevo
porque he cambiado las alas de este idilio
de plumas con metales y esmeraldas
para bailar los cuartos a escondidas
llorando un carnaval pesaroso de guirnaldas
en una boda con la soledad mediada por concilio
con alegrías postrimeras ya vedadas
y una sonrisa de sol que fue placebo.
No. No moriré en agosto de nuevo.
Me lavaré una vez más la cara
en agua de rosas, madrigal, ceniza
para salir adelante desnudo
dejando atrás alabarda y escudo,
cota de malla para qué si no hay camisa,
si ya no hay paz para después de la guerra
o un intersticio para el que su muerto entierra,
si ya me hirieron y la curación es cara;
Llegó la hora de partir a otro Sarajevo.
No. No moriré en agosto de nuevo.
Melancolía me daré en otros amaneceres
y habrá otros mares para mí, ya no con ella,
se quedarán las lunas sin sus ojos palatinos,
otras tormentas dormirán en soledades;
tal vez la mire empañada en los cristales
y ella encuentre mi olor en sus quereres,
la llevará un amor a sus calmos destinos
para que sea una vez más su propia estrella.
Era tan bella y bella será un pronto relevo.
No. No moriré en agosto de nuevo
como jamás moriré de nuevo junto a ella.