José Luis Barrientos León

Te hablaba y respondías

 

 

Te hablaba junto a un río claro como espejo

Donde se reflejan tus ojos, de mirada arcana

De silencios como abismos descendiendo a lo hondo

De callejones en la memoria y heridas en el recuerdo

 

Respondías con voces absorbidas por el agua

Conducidas lacónicas, en proclamaciones sutiles

Hasta la inmensidad del mar que las abraza

Acaricidas por oleajes intermitentes como diálogos bizantinos

 

Te hablaba junto a la montaña augusta, soberana

Donde se camufla tu piel con el verdor de los árboles

Y se viste de aire, humedecida de brumas

Extasiada de nubes, arrullada entre aves

 

Respondías con miradas ingenuas, de inconstantes latidos

Absortas en un jardín de secretos, de flores enigmáticas

De colores intermitentes entre la felicidad y la tristeza 

Como anhelando los besos para olvidar los tormentos

 

Te hablaba junto a mi hombro, abrigada de silencio

Avizorando tus sueños con tu cabeza en mi pecho

Repasando los versos de tu susurro en mi oído

Inflamando mis venas, incendiadas de anhelos

 

Respondías con murmullos, tímidos e ingenuos

Entre la agitación y el deseo que provocan los sueños

De ríos y montañas, de hombros y pechos

Te hablaba y respondías,

Respondías y vivía