Te hablaba junto a un río claro como espejo
Donde se reflejan tus ojos, de mirada arcana
De silencios como abismos descendiendo a lo hondo
De callejones en la memoria y heridas en el recuerdo
Respondías con voces absorbidas por el agua
Conducidas lacónicas, en proclamaciones sutiles
Hasta la inmensidad del mar que las abraza
Acaricidas por oleajes intermitentes como diálogos bizantinos
Te hablaba junto a la montaña augusta, soberana
Donde se camufla tu piel con el verdor de los árboles
Y se viste de aire, humedecida de brumas
Extasiada de nubes, arrullada entre aves
Respondías con miradas ingenuas, de inconstantes latidos
Absortas en un jardín de secretos, de flores enigmáticas
De colores intermitentes entre la felicidad y la tristeza
Como anhelando los besos para olvidar los tormentos
Te hablaba junto a mi hombro, abrigada de silencio
Avizorando tus sueños con tu cabeza en mi pecho
Repasando los versos de tu susurro en mi oído
Inflamando mis venas, incendiadas de anhelos
Respondías con murmullos, tímidos e ingenuos
Entre la agitación y el deseo que provocan los sueños
De ríos y montañas, de hombros y pechos
Te hablaba y respondías,
Respondías y vivía