A veces hiere el silencio
como una fría navaja
que te desgarra la carne
y se te clava en el alma.
A veces ata el silencio
como una oscura mortaja
que te congela el aliento
y te sepulta en la nada.
A veces brama el silencio
con un aullido de fiera
que te congela la sangre
y el corazón te lacera
A veces hierve el silencio
como la lava del Etna
que arrasa cuanto acaricia
y lo convierte en pedrera
Y a veces, tan solo a veces,
es tan helada su escarcha
que hasta la muerte parece
ser una tibia morada.