Anfitrión de lo infinito.
Guardián de lo secreto.
Puerta que abre despacito.
Navío de océanos insondables,
que llevas de lo ambiguo a lo concreto.
Sinfonía de verdades incontables.
Supremo revelador del misterio,
que premias a quien guarda la postura,
corrigiendo la mirada y afinando el criterio.
Brujo que rompes el hechizo
que arroja la falsa conciencia en su locura,
nubladora del regreso al paraíso.
Enciendes mis sentidos con tu aroma
llevándome en tu alas al Pleroma.
JV 1-1-21