Dicen las gentes
que sufren pesadillas
de vez en cuando.
Algunas veces
le culpan a la luna
por sus pecados.
Y es que la luna,
cautiva, por la noche,
y hasta enamora.
Siguen diciendo
de verla, entre las aguas,
de la laguna.
Allí se baña,
se estira y despereza,
y va desnuda.
Ella provoca
y arranca los deseos
del corazón.
Pero las gentes
murmuran, envidiando,
tanta belleza.
De todas formas
oigamos a los niños
qué es lo que piensan.
Porque se duermen
en brazos de la luna
y con sus nanas.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/04/21