Esto nunca lo esperamos pero llega…
ciertamente desarmados nos sorprende
soterrado sentimiento o sombra silente
unos dicen que es amor, otros que la muerte.
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Ensombrecida mi sonrisa ante el adiós inevitable
sólo el alma en conversa me dice que ya es hora,
tácito convenio que tomé yo con la vida
en mi paso por ésta, de quimeras llena, se esfuma.
Rompo en infeliz quebranto recordando su alegría
la voz en la garganta con su nombre se me quiebra;
es que no concibo una mayor tristeza
que partir en soledad, porque a nadie le interesa.
El sol como un cuchillo atraviesa el horizonte
el mar en estertores de muerte, moviéndose…
tiñe con su sangre el amor de amores lleno
y lo aplasta en lo más hondo del olvido.
¿Dónde están las antiguas primaveras…
el verde de los campos y el perfume de las flores?
Se fue la florescencia, llevóse la poesía
los besos y los labios, de aquella que me quería.
Cardos y ortigas mitigan hoy mi atardecer
las rosas de otros tiempos, sólo espinas me dejaron
y esas cartas, de jazmines y azahares perfumadas
en el fondo del baúl, sus hojas, como flores se marchitan.
Nada es igual sin ti, todo es inhiesto, muerto;
iridiscente la luna aún sonríe con rayos verticales,
abstrusos, fríos, hielan la sangre en mi corazón
la noche se hace densa y también la mente.
Voy arribando nocturno a la estación
donde ya, nada tiene sentido
un hato de recuerdos, envuelto en amasijo
son avíos míos, para el resto del camino.
Delalma
Miércoles, 01 de septiembre de 2010