A MIS MAESTROS
Añoro ahora el dulce lugar al cual llegué por vez primera,
era solo un niño que alegre iniciaba su incierta primavera,
ansioso empezaba el esencial sendero de una nueva era,
sin pensar siquiera que eso duraría su existencia entera.
Algunas personas han marcado un hito por este sendero,
por ello proclamo un agradecimiento puro y verdadero,
no importa que sea tan mínimo pues eso es lo que quiero,
seré un humilde artesano o aquel desconocido obrero.
A aquellos maestros que dieron a mi vida el soplo divino,
no he podido obsequiarles ni siquiera una copa de vino,
en la eternidad le diré al altísimo con demasiado tino,
todo lo que hicieron para que eligiera el mejor camino.
Existe en la vida un solo maestro, se le llama Jesucristo,
pero otros siguen sus preciosas huellas, por ellos existo,
quiero que perdonen toda mi audacia, no soy un protisto,
perderá el mundo si ellos se exterminan, a ello me resisto.
Por alguna ley natural el ser humano parece un ingrato,
esto proclama una regla universal, no importa el estrato,
pero es lo más doloroso observar a ese pobre hijo ingrato,
únicamente quedará de esos bellos días un viejo retrato.
Jaime Muñoz, mayo 15 de 2020