Bullen luceros en medio de la noche
y las piedras cantan al recibir el viento
de las montañas
que juega con las ramas.
Se dobla el maiz bajo su propio peso.
El arroyo murmura en los recodos,
Los guaduales desgajan su ternura,
doblan las ramas
por conseguir un beso del rio.
Un beso de frescura.
Salta la sabaleta como un rayo de plata,
huyendo de algún depredador
que mantiene el equilibrio
en esta tierra vasta
y a pesar del temor....eso es amor.
Amor a la existencia, a la perenne especie,
Al paisaje de siglos,
al agua que gotea,
al vapor que se eleva
Y en sólo una existencia ,
como cambian las cosas.
Ya no hay pez en el rio,
el maiz ya no importa
y lloran los guaduales ,
como cantó el poeta.
Al lado de algún niño
que acabó su existencia,
sin transitar la brisa,
ni el canto del arroyo,
ni las frondas de fiesta.
Cadáveres de cosas,
como decia Valencia.
O cambiando el sentido,cadáver cualquier cosa.
El ayer del paisaje, hoy no tiene existencia.
Y sólo en las historias,
tristemente reposa.