MUJER AMADA
Mujer amada; eres como la geología, resultado del poder mágico de la naturaleza.
Es en el paisaje de tu cuerpo y de la tierra que mostró ella el grandioso vigor de sus dotes de artista.
Tu frente es el cielo de este mundo, hasta alla llegaron mis besos, sin embargo,
se han perdido en las nuves de tus sejas que hoy recuerdo frondosas, oscuras y lejanas.
Tus ojos son preciosos e inagotables yacimientos de lágrimas que yo siempre
querré volver a contemplar y nunca explotar.
Tu boca manantial de amor en piedras preciosas.
Posees dos montañas palpitantes, que en plena madurez orogénicas se elevan
formando dos pliegues anticlinales sobre el sinclinal de un dulcísimo pecho; es aquí donde la tierra guarda el anciado petroleo, es aquí donde tú guardas el dulzor del amor.
El bucle de tus cabellos es la lluvia que cae del cielo; una cascada que se forma
por tanta agua y cae deliciosamente y corre por el canal de tu espalda.
Mujer amada; tienes piel de lirio y cuerpo de luna, por ti corre la miel invisible y
serena y llevas al hombre al delirio de subir a la luna.
¿Cuantas noches amor te amé plateada?; no he de decir cada paso que di sobre
la luna y mucho menos el recorrido de mi lengua sobre ella.
Solo se que partió del cielo, evitó la lluvia y pasó por un yacimiento de lágrimas, bebiendo una gota que brotaba cristalina y alegre.
Se detuvo; ¡oh maravilla! Se detuvo allí donde dos manantiales de amor se encuentran; donde las aguas son cien mil veces más dulce que la miel...
Pasó sobre el cinclinal y subió las montañas palpitantes; allí era dulcísimo el amor, prosiguió navegando como un velero que lame al mar, hasta llegar al
puerto; al puerto de los deseos, donde la miel se junta con el agua para formar
la antigua y deliciosa hidromiel. Y allí naufragué.
Mujer amada, eres como la tierra; llevas diamantes en tus entrañas.