Tan solo, pensando en ti,
me la paso noche y día,
en el duelo y la alegría,
siempre estás presente en mí;
nunca, nunca te perdí,
eres mi ángel, vida mía,
esa perfecta armonía
de tan tierno frenesí;
eres dicha que perdura,
dulce fuente de placer,
mi pasión y mi locura,
dueña eterna de mi ser;
la grandeza y la dulzura
del más divino querer...