Te bajaría a Venus, la estrella de la mañana, y a Orión y todo su cinturón, Te regalaría toda la luz de las gigantes Rigel y Betelgeuse para tus bonitos ojos y el calor de Bellatrix para tus frías manos. Robaría todo un brazo de galaxia de infinita banda de polvo blanco y haría tuyas hasta las Polares, colocando tu bandera en la estación internacional como tu observatorio personal.
Aitor Duarte Fernández