A veces un suspiro lo dice todo,
y aunque las palabras no acudan,
se sabe lo que hay,
lo que había
y lo que existe,
lo que es.
Cuando pasa el tiempo así,
se mueven los años de otra manera,
como si un extraño hubiera borrado
cosas, como si alguien hubiera negado
y otro hubiera consentido,
más sin querer hacerlo.
Ahora las horas tienen otro ritmo,
y bailan sus minutos de frenesí,
como las máscaras de un baile
que se mueven con prisa loca,
y para no ser reconocidas,
huyen.
Pero ya no hay prisas,
porque no hay metas que alcanzar,
sólo recuerdos bien guardados,
baúles que se abren y se cierran,
no hay más,
porque cada vez eres menos mañana y más ayer…