La luna radiante, que hermosa alumbraba
la noche serena, que estaba tan triste;
al ver que olvidaste lo que prometiste,
de amar sin reservas, igual que te amaba.
Los cantos del búho, que nos contemplaba;
ahora recuerdan cuando tu partiste,
la luna radiante, que hermosa alumbraba
la noche serena, que estaba tan triste.
Tu piel tan sedosa ya no toleraba
aquellas caricias que siempre pediste;
y todos mis sueños, de un tajo rompiste,
en tanto que mi alma, tan solo observaba
la luna radiante, que hermosa alumbraba.
Autor: Aníbal Rodríguez.