Detrás de la milpa hay hechos que no entiendo
decorados con fusiles que son intrépidos y locos;
mas cuando quiero saberlo todo, me sorprendo
ver morir a mi gente entre helechos y cocos.
Cansada está la tierra, por eso, lo comprendo.
Pues, allí se desvanece el deslave de la fuente:
Alguien no más observa, y es eso que pretendo
para encender lo que llega y apagar lo que se siente.
Testigo es el tiempo. Con nombres sin apodos
que cercenan francamente hasta las cimas
más cuando rezo siempre, testigo ya son todos
al ver deshecha la tierra protestar en mis rimas.
Del terror no hablo, pero mucho le interrogo
al ser vasallo marginado a pruebas de amor.
Entre tantos disparos siento que me drogo
aunque la droga sea mis versos en flor.
Samuel Dixon