Me tomaste de la mano a escondidas,
para gritarle al mundo que me amabas.
Me cerraste los labios con mil besos,
y entendí que mi alma te esperaba.
Me quemaste en tus brazos con caricias,
y aprendí, la inexistencia de la suerte.
La pasión que provoca una mirada,
es, a veces, más fuerte que la muerte.
Y me hablaste mirándome en silencio,
y tu abrazo fue el refugio de mis miedos.
La canción que fue nuestra por derecho,
hoy resuena en mi mente como un credo.
Me entregaste tu amor de adolescencia,
y te mentí rompiendo nuestro acuerdo.
Ayer pagué, sufriendo hasta vivir,
y ahora soy adicto a tu recuerdo.