En el lago de felús la falacia y la Orbea
llegaban desde lejos buscando un secreto;
lo noble en la visión del agua en la marea,
lo culto en el amor, el mito y el reto.
Desfigurando la selva se encontraba el león
el cachorro famoso de los altos manglares,
el oculto animal de tan mal corazón
comía lo que hallaba...hallaba azahares.
Las fuerzas lo han llamado malhechor al animal
temerosos al verlo sepultando doncellas;
aquellas que hayan hallado sus huellas
caerán en sus garras y los ojos del mal.
Fiero, culto, bravo, torpe, temeroso,...
¡Qué animal tan grande de miles hazañas!
¡oh Orbea!, ya no mires las cabañas,
basta con saber de él... intrépido y furioso.
Orbea valiente sobresalió ante el león
con espada en mano ya sabía del todo:
Aquello que ignoráis hasta del mismo lodo
era la figura eterna de su noble corazón.
La tarde caía entre flores y fatuas
y el sereno llegaba de odiosos altares
Orbea, la dama de tronos y estatuas
exalta en la montaña: _ ¡No hay más calamares!
su grito, recorrió toda la selva silenciosa
al espléndido clarín de tinieblas y grillos,
solo susurraba la noche tenebrosa
con figuras extrañas de atuendos amarillos.
Orbea, seguía su paso sin direcciones
de repente escuchó al silencio bragado:
El tímido olfato del animal enojado
rondaba su silueta con malas intenciones.
Se inmutó un poco el caníbal de barro,
Orbea, pensaba las dudosas historias
que había escuchado de sabias memorias
diciendo al bosque: _ ¡Bizarro!, ¡Bizarro!
me ha delineado del saber profundo
un manso animal de intensas parrandas,
ni pienso otra vez que me llore un segundo
la historia que narra entre soles y tandas.
Hasta el oído del león la exaltación llegaba
que cobarde caminaba tras la voz que se oía
y de un rugido la noche, desembarcaba
en el puerto del alba y la fantasía.
Orbea, siguió caminando entre el silencio vago
que de flores marginadas alzaba sus fauces
y de paso en paso vio que los sauces
rondaban las orillas inmensas del lago.
Muchas almas lo habitaban con voces cruentas
sufriendo de dolor deshecho y perfumado.
¿Qué ha de ser?, se ha preguntado
aquella figura que aún sigue a tientas.
Antes los ojos del león ya estaba la figura
que inmutaba proseguía la llegada
¿qué pasa repetía?, no pasa nada
logró responderle la escritura.
Yo soy tu destino que vive en las murallas
con flores, soles, rosas y querellas
para que logres abarcar con tus huellas
el porvenir inmenso de las batallas.
Orbea, calló... Y ante el atuendo audaz
propuso que el silencio brindara su deseo.
Tan noble se ha visto el mal en la paz,
tan loca se ha vuelto la idea del feo.
De pronto a sus espaldas alas llegaban
de la gran astuta y suprema voluntad;
voluntad que oprime el paso de Zaban
el nombre selectivo de la curiosidad.
Sube a mí___ le dijo el león__
Orbea, no creía que fuera tan bueno,
pensaba en la noche de la tentación
llegando a gritar: __ yo soy tu veneno.
El animal, sugirió que aceptaba la oferta
más Orbea: ¿No entiendes lo que quiero?
Solo digo, no insistas primero
porque ahora tengo la arquitectura muerta.
En eso se vestía la falacia de aventura
para descifrar la conducta de la mente,
yo sugiero que hagáis la vana arquitectura
para descubrir el rasgo omnipotente.
¡Oh señor!, considero que haya la paz ideal
de los atuendos intrépidos y sonoros
que viajan por la lumbre del arco triunfal
con enigmas raros y feroces toros.
La falacia repetía: _ No niegues los escritos.
Ver entre las garras a Orbea del mal
yo quiero ilustrarme de sus gritos,
yo quiero percibir al feroz animal
que la devora entre lenguas y mitos.
Orbea, no dijo nada. Al momento respondió:
Si escuchaste blasfemar la pena en la vida
es apenas la fiesta que a llegar empezó,
caminemos, de pronto, en seguida...
El león lloró... león no llores.
Orbea, vendrá por ti. Ella lo sabe bien.
¿Acaso no ves la burla? ya no la implores,
haz que ella llore de lo mismo también.
El león dijo:__ Respecto al eco del laberinto
el viento presenta la antorcha en la voz,
no quiero ni pensar en la palabra atroz,
no quiero ni soñar las penas de mi instinto.
Dice Orbea: __ La pena sepulta al sacrificio
y el amor vence los martirios.
Es la vida nuestro amargo juicio,
es el hombre el dueño de los lirios.
¡Ah!, no todo en la vida es elixir
si tratamos con la pauta de la fe.
Yo he escrito lo que logro percibir
y Rubén ha dicho: __ ¿Yo, por qué?
Orbea, niega la propia aristocracia
de alma feroz ante la flecha de su aljaba,
y de pronto afirma la falacia
que es probable lo que mucho recitaba.
El león ocultó la plegaria cristalina
y Orbea celebraba la tristeza de algún pez.
Ella escribió a la rosa, la línea femenina
y la vagabunda sombra, su sencillez.
Amigos ya habéis visto la comedia.
¿Qué dirían si apenas llega Orbea?
el león su ruta, ahora es su tragedia
que abarca por la luz. ¿Tenéis idea?
el lago exclamó: __ No olvidéis lo tratado.
Nuestros brazos unidos al futuro están
en todo, en nada. ¿Lo han imaginado?
¿Cuántos se han ido y cuántos vendrán?
¡Niños!, ¿acaso piensan todo lo contrario?
Su maestro ha dictado la nueva tarea.
Es aquella donde viaja hasta el canario
diciendo entre palabras el nombre de Orbea.
Su conductor se despide, se va a la montaña
donde queréis ir todos. No todos iremos.
¡Que viva la lucha, que viva la hazaña!
y que Dios muestre lo que aún no sabemos.
Los sueños de Orbea ya habéis escuchado.
Ya habéis leído su lucha también.
¡Oh niños dice Orbea si la han ignorado!
¡oh santos lirios del alto Petén!
Ha desembarcado la aurora capitana
cobijando a los necios que viven en exceso.
De pronto despierta Orbea en la mañana
y doblando sus rodillas dice: __ Yo confieso...
Samuel Dixon (nicaragüense)