Pyck05

CON TU ABANICO...

Con tu abanico
calmamos los suspiros
del corazón.

Dejaba brisa,
ternura concentrada
y algo de miel.

Y así las sombras
y pliegues de tu boca
se evaporaban.

Miré tus ojos,
serenos, sin lentillas,
parpadeando.

Leí, en tus labios,
los versos que tu alma
iba formando.

Y susurré
un nombre en tus oídos.
Te estremeciste.

¿Con qué derecho,
pensaba en ese instante,
puedo quererte?

¿Qué te ofrecían
mis manos y mis dedos,
salvo pasión?

No te importaba,
decía tu silencio.
Te abanicabas.

Rafael Sánchez Ortega ©
21/04/21