Pusieron tus ojos
en mi alma sus luces
y fueron sus rayos
la mágica lumbre
que diera a mi vida
el halo que cubre
idílico sueño
que flota en la nube
que trae las gotas
de fe indisoluble.
Me dieron tus labios
las mieles que abducen
a darnos enteros
a llama que inunde
de suaves fragancias
con esos aludes
que inflaman las venas
sintiendo que fluyen
románticas notas
que el alma sacuden.
Bebí de tu aliento
los vinos mas dulces
aquellos que embriagan
con versos el numen,
que vuelan serenos
igual que querubes
llevando en sus alas
las brasas que nutren
deseos que nacen
impúdicamente.
Tu cuerpo tan terso
con celo sostuve
igual que Ticiano
la estatua que pule,
y en cada contorno
mis besos te puse
tallando tus formas
igual que se esculpen
las rimas que tienen
de amor el perfume.
Por eso en la mente
a veces me surgen
recuerdos tan lindos
que son el resumen
de aquellos instantes
que no disminuyen
los regios fulgores
que ostentan los lustres
de estrellas arcanas
que no se consumen
y gozan del cielo
sus fúlgidas cumbres.
Autor: Aníbal Rodríguez.