Y de repente los pasos quedan errantes
como fugitivos perdidos en el horizonte,
aunque las huellas evanescentes
quieran regresar a grabar su vestigio
el pasado falleció tras su sombra.
Hay amaneceres que saben a miel,
atardeceres que gritan nostalgias
anocheceres de seda como almohadas de pluma
y silencios eternos que nunca acaban
cuando el alma rota no quiere hablar.
De repente un día quieres hablar
y las palabras se volaron
porque sus alas abiertas cerraron la boca,
cuando la garganta empieza a temblar,
un simple suspiro extingue la voz.
Hay escenas donde el silencio muere
y al alma no hay quien la calle
quizás el refugio son los oídos
de la confianza misma que inspira ese alguien,
esa mirada de cristal que refleja serenidad.
De repente somos seres fugaces
cuando hay batallas que damos perdidas,
los escombros también construyen muros
y la fortaleza misma es la que surge de las cenizas
¡todo cambia cuando erigimos un comienzo!