El destino de ese viajero,
Transcurre entre dos orillas
Con más ansia de llegar que de volver primero.
Lágrimas de cocodrilo mecen en sus mejillas
¿Qué fue de aquel hombre sincero?
Sólo yace la veracidad en sus pesadillas
Qué malos fueron los “Por qué” y los peros
Su endereza le lanza un guiño desde la silla.
Parte con ilusión de olvidar el pasado
Sin desatender lo bueno
Lástima que lo bueno no esté exento de engaño.
Llega con la ilusión del neófito encaramado
Ochenta y seis primaveras de ambiente sereno
Pero algo más arrabalero año tras año.