Es el instante en el que todo puede pasar
porque empiezan a salpicar las gotas sobre el papel
y la cascada inunda mis oídos de paz.
Pierde importancia la locura, la ansiedad y el desgano.
La omnipresencia del agua llena mi alma
y deja el recuerdo del instante en el que todo puede pasar.
Se llena la piscina de espuma,
de burbujas y compasión.
Atraigo hacia mí el lago,
aunque pequeño, me parece inmenso este mar.
Ahora me voy, sigo sentada escuchando su voz,
pero estoy lejos feliz.
Nadie pregunta, nadie pide nada
yo recibo libertad.