Juicio y pena para un ciego
Una mañana muy fría
el juzgado pretendía
calificar a un cegado
marginado y apenado.
Este pleito se hizo en Priego
Al cual llego el pobre ciego
sin conocer las razones
ni motivos, ni cuestiones.
Querella que ha sido puesta
de una cortesana honesta,
hermosa como ha de ser
para engatusar al juez.
Del reo no trae pista,
achaca que ha sido vista
a través de su balcón
en bragas y camisón.
Pidiéndole al señor juez
que al ciego le hiciera ver
el cómo a ella la observó
con descaro y fijación.
El togado respondía,
¡pero muy señora mía!
dígame como he de hacer
ha obligar al ciego a ver.
¿Acaso usted si supiera?
le pido me lo dijera,
para demostrar que el viejo
haya visto el muy pellejo.
Como prueba pidió el juez
se desnudara otra vez,
con coraje y sin tapujo
demostró todo su embrujo.
Al juez esto le asombró,
llegando a la conclusión
con muchísima solvencia
y así pronunció sentencia;
Al ciego pongo castigo
escuchar lo que le digo;
mira, las cosas que creas
las veas o no las veas
Por mirar no tienes pena
pero si tienes condena
por no ver la cortesana
en bragas con piel muy sana.
Yo soy el mejor testigo
escucha lo que te digo,
que moza si es de buen ver
mucha pena as de tener.
Levantó el juez la sesión.
Sintió por el compasión,
mirando al pobre cegato
se negó hacía buen rato
Pronunciar una condena
hay sentencia con más pena.
Al poner lo que no viera
como testigo se diera.
Se levantó el magistrado
en decir; pena mayor
la tiene el empecinado.
\"eso sí tiene dolor\"