Me niego, ¿entiendes?,
no quiero las migajas
de tu banquete.
Esto decían
los labios de un mendigo
que hablaba solo.
Me sorprendió
y quise comprenderle,
pero no pude.
Unos gorriones
buscaban por el suelo
algo de pan.
Eran migajas
que ancianos les lanzaban
desde el jardín.
Quizás aquí
estaba la respuesta
de aquel mendigo.
El pan se da,
se forma y alimenta
para comer.
Pero en el suelo
se ofrece a los gorriones
y a las palomas.
¡Qué poco cuesta,
dar pan a quien precisa
candor y paz!
Rafael Sánchez Ortega ©
23/04/21